Del 9 Abr 2021 al 30 Abr 2021 (Villa de Santa Brígida)
Nuestro socio mas reciente, Carlos Lasso, expone su último trabajo en la Villa de Santa Brígida (Gran Canaria).
Cuenta la Confederación Española de Fotografía en la agenda de su web lo siguiente:
Durante mi formación como fotógrafo en la Escuela Superior de Arte y Diseño Gran Canaria, descubrí en la mancha de luz, en la sombra fotográfica, una pasión innata por este modo de expresión, por una forma de modelar la luz que recuerda el modelado con barro y de la que aflora la verdadera esencia de la fotografía, la fotografía como huella, lo que Phillipe Dubois denomina la fotografía como index.
Este proyecto, basado en el rayograma de influencia surrealista, es un ejercicio de continua experimentación, tanto en el proceso como en el resultado, pues si su desarrollo demanda un obvio primitivismo técnico, la intervención del azar y una gestualización del revelado que acentúa la idea de la huella, de la propia mancha fotográfica, el desenlace está cargado de fuerza, de una potencia visual casi mágica.
Rastrear la historia para encontrar los antecedentes a esta propuesta es citar el origen de la fotografía traer hasta aquí a los pioneros de la fotografía y sus descubridores. Es el caso de William Fox Talbot con sus dibujos fotogénicos o calotipos y de Christian Schad, autor de las Schadografias. Debo invocar, como no, a Man Ray y sus Rayograma o László Moholy Nagy y sus fotogramas, ambos perseguían lo mismo, la huella; la estela que queda tras la vida, el surco que refleja la ausencia, los miedos y las alegrías, los deseos y las frustraciones. Una huella que nos recuerda el paso por la vida, la radiografía de un retrato psicológico. Es testigo del paso del tiempo.
La relación milenaria que existe entre el ser humano y las plantas, y que se remonta al revolucionario periodo Neolítico, cuando el control de la naturaleza y de las plantas permitió al hombre dominar la agricultura y hacerse sedentario, fundar las primeras ciudades y construir las primeras civilizaciones. De toda esa correspondencia entre seres humanos y plantas, quiero quedarme con el recuerdo de mi abuela Mayaya y sus plantas. Su preocupación por ellas hacía que las mimase muchísimo, las ordenaba continuamente para que recibieran suficiente la misma cantidad de luz y aire (Tal como hiciere José Arcadio Buendía en la fundación de Macondo). Pero lo que más despierta mi curiosidad fue su impulso para hablar con las plantas.
Sostenía que había que hablar con ellas, contarles historias, pues según ella, eso las ayudaba a crecer y a estar alegres, a sonreírte mediante el colorido de sus flores y la fragancia de sus olores.
Esos recuerdos de mi abuela hablando a las plantas habitan en las propias hojas de flores y plantas, circulan por la clorofila y entiendo que la única manera de extraerlos es mediante una especie de “dripping”, de acto gestual que me recuerda la manera de trabajar de Jackson Pollock, de esas enérgicas pinceladas que acometo con líquido revelador y fogonazos de luz en una versión “sui generis” del artista norteamericano, pretendo rescatar la huella que dejo la luz sobre las plantas, su historia, su vida, su retrato.
Desde estas páginas queremos expresar nuestra felicitación a nuestro socio y que salga esta exposición tan bien como todos deseamos.